
Existe una pequeña confusión sobre las temporadas que lleva el navarro en el Athletic. En la ficha que ofrece la web rojiblanca pone que son doce, desde el verano del año 2000, pero habría que matizar este dato. En realidad, el club presidido entonces por José María Arrate fichó a Orbaiz un año antes. El joven rojillo apenas tenía 20 años cuando recibió la llamada de Ibaigane. Su personalidad sobre el terreno de juego era un reclamo difícil de obviar.
Una vez incorporado, llegó a disputar un amistoso con los leones. Fue el 5 de agosto de 1999, ante el Recreativo de Huelva. El Athletic se impuso por 1-2 y el navarro disputó los noventa minutos. Pero una semana después tuvo lugar un rocambolesco episodio. Muy propio de Luis Fernández, entonces técnico del conjunto bilbaíno. Los rojiblancos viajaron a Pamplona para disputar un bolo ante Osasuna y, en la comida previa al encuentro, hizo saber al presidente rojillo, Javier Miranda, que quería 'llevarse' a otro centrocampista. Roberto Martínez 'Tiko'. Los deseos del tarifeño se cumplieron, pero a cambio de dejar a Orbaiz un año más en Osasuna en calidad de cedido.
Personalidad innata
Fue un lujo para los rojillos poder contar con él esa temporada. Comenzó a dar señales de su innata capacidad de liderazgo sobre el terreno de juego, convirtiéndose en el 'capo' de la medular. Disputó 29 partidos y firmó un gol. Un tanto que pasó a la historia del club navarro. Orbaiz hizo gala de su marcada personalidad al asumir la responsabilidad de lanzar un penalti en el partido que, a la postre, deparó el regreso de Osasuna a Primera División. Los rojillos se la jugaban ante el Recre. Y empezaron perdiendo. Pero el tanto del nuevo fichaje del Rubin Kazan igualó la contienda y Miroslav Trzeciak firmó el triunfo que hizo estallar El Sadar de euforia por el ascenso. Apenas había cumplido 21 años.
En Bilbao también liberó de responsabilidad en más de una delicada ocasión a sus compañeros. De ahí la admiración y el respeto que le profesan. No le tembló el pulso a la hora de cargar a sus espaldas la presión cuando el colegiado decretó otra pena máxima en el partido que certificó la salvación en la 05-06. El escenario no podía ser más dramático. Riazor. Penúltima jornada antes de cerrar el curso ante un Barça campeón de Champions. Arizmendi adelantó al Depor en el primer tiempo. El tiempo se agotaba y hacían falta los tres puntos. Javi Casas firmó el empate en el 70. Y en el 88, Ramírez Domínguez señaló el punto de penalti. Nadie levantó la cabeza. No miraban la pelota. Hasta que Orbaiz dio paso al frente, lanzó y acertó. Otro gol histórico.

Y eso que no ha marcado muchos. Uno de los más recordados será, precisamente, el que no subió al marcador en el Bernabeu. Un golazo para quitarse el sobrero que sorprendió a Casillas, adelantado, con un tiro desde la medular que hizo temblar el larguero antes de cruzar por medio metro la línea. Pero el colegiado no se lo concedió. Otra de las innumerables anécdotas que ha acumulado el navarro en estos trece años. Su ficha refleja 318 partidos oficiales y 13 tantos. Tampoco pueden pasar sin mención sus dos graves lesiones de rodilla que le dejaron casi en blanco las temporadas 2002-03 -disputó seis partidos- y la 2006-05 -diez-. El último curso como león, el pasado, fue parecido al primero. Militó como cedido en el Olympiacos. También fue una pieza clave. Conquistó un doblete de Liga y Copa griegas. Esa grata experiencia le ha animado ahora a firmar con el Rubin Kazan ruso tras la rescisión de su contrato como león debido a su condición de descartado por Bielsa. El Athletic espera su regreso a Bilbao para rendirle un homenaje de despedida